Prologo

 

Fue por casualidad que esa mañana no hubiera sitio para aparcar cerca de la comisaría.

Fue por casualidad que decidiera comprar la cena en la tiendecita que a Rowena tanto le gustaba, en vez de en la que había junto al trabajo.

Y, desde luego, fue por pura casualidad que se le ocurriera mirar hacia el oscuro callejón donde se encontraba el primer eslabón de una cadena que acabaría con su vida.

Capítulo 1

 

Nueva York. Noviembre

Las peleas callejeras contra vampiros no son tan glamurosas como quieren hacer creer las series de televisión.  

Algunos de sus compañeros tienen mucho estilo, como ese misterioso alto moreno de Acheron, con su abrigo largo, su pelo negro, destilando oscuridad, peligro y eficacia con cada movimiento. Talón y otros como él, guerreros de la antigüedad, lo tiene fácil, se dedicaron toda su vida a pelear y los cientos de años, cuando no miles, de Dark Hunter sólo han perfeccionado su técnica.

Elizabeth Lavenza no sabía pelear, pegaba y punto. Como fuera, a quien fuera que se le pusiera por delante si no tenían cuidado. Con la mano abierta, con los puños, patadas, mordiscos e incluso tirones de pelo. Todo valía si la pelea era buena.

En aquel oscuro callejón, ajeno a los ruidos de la ciudad y con la oscura presencia de los contenedores de basura, Beth pegó fuerte al primer daimon que fue lo suficientemente imprudente para acercase. No fue un golpe muy elegante, pero resultó bastante efectivo y lanzó a éste de espaldas unos satisfactorios cinco metros hacia el interior de la oscuridad que se cerraba al fondo.

Su compañero, igual de rubio, igual de guapo, se lanzó sobre ella a velocidad sobrehumana. A duras penas pudo esquivarlo, pero lanzó el brazo hacia delante y lo golpeó de lleno en la mandíbula con la mano abierta mandándolo con el otro.

Desde las sombras perfectamente definidas de sus cuerpos que ya se incorporaban le llegó el brillo de colmillos y de dos pares de ojos furiosos que no auguraban nada bueno.

-¡Venga paliduchos! ¿Por qué huis de mis compañeros y a mí me volvéis loca? -estaba rugiendo con la voz ronca- Bueno, mejor, así no tendré que correr detrás de vuestros paliduchos cu…

El más alto se convirtió en un borrón fugaz, una ligera brisa, una centésima después ya estaba detrás de ella y otra vez sintió el fuerte agarre de unos brazos sobre los suyos. ¡Iban a por ella! No intentaban escapar, buscaban cazarla, pero ella no tenía un alma que pudieran absorber, para ellos sería un triunfo cazar a un cazador y para ella sería el fin, total, definitivo, el olvido, ¡la nada! No supo de donde había salido ese de pánico, esa oscuridad de miedo absoluto a desaparecer sin nada a lo que agarrarse que la envolvió. Había luchado muchas veces y ni siquiera al principio de su vida como Dark Hunter había temido que le arrebataran la vida.

Sobre poniéndose a las sombras de su alma, giro la muñeca y tuvo preparada el arma en su mano, dispuesta para darse media vuelta y clavarla donde fuera, cuando una grave voz masculina llenó el silencio.

-¡Policia!. ¡Alto ahí, las manos donde pueda verlas!

 -No…no…no, joder. ¡No! –La realidad pareció congelarse en mil cristales que se romperían al menor movimiento. Y este se produjo: los tres se giraron como uno solo, un extraño lazo uniéndolos frente al intruso en una fiesta privada y secreta.

Un hombre avanzaba a contraluz por la penumbra del callejón; tras él la engañosa seguridad iluminada de la civilización, dejando entrever una americana desabrochada sobre una camisa blanca.  La alta figura se movía de un modo furtivo y seguro con las manos delante de su cara empuñando, inconfundiblemente, un arma lista para ser disparada. Caminó despacio hasta que se detuvo a cierta distancia del grupo, entrando en la zona de sombras, sin dejar de apuntar.

-¡Las manos donde pueda verlas! – pausa- ¡Ya! - repitió más alto.

Beth fue consciente de la mirada que intercambiaron los Daimons y de las sonrisas que descubrieron sus colmillos. Conteniendo la respiración supo inmediatamente que se le estaba complicándola noche.

Ocultó el cuchillo. Si aquel humano salía con vida de aquello no podría explicarle el hecho de que aquellos jovencitos que parecían sacados de una hermandad universitaria desaparecieran cuando los matara, por no hablar de la insensatez de atravesar a nadie con un cuchillo delante alguien que se había identificado como policía. La opción rápida, borrado de memoria, no siempre le había resultado eficaz.

El Daimon frente a ella fue a por el nuevo objetivo a la velocidad del rayo.

El policía tenía buenos reflejos o mucha suerte porque, aunque para él sólo sería un borrón negro, consiguió placarlo y terminaron los dos en el suelo. Un ruido metálico les indicó a todos que el arma había caído en algún lugar oscuro, lejano y, posiblemente, asqueroso. Se oyó un juramento bajito y grave.

Todo esto duró un latido. Al segundo siguiente el Daimon ya estaba en pie dispuesto a salir corriendo. Parecía que ese se le iba a escapar después de todo. El policía, sin embargo, tenía otros planes porque con un movimiento que la sorprendió volvía a estar encima de la criatura.

Un fuerte golpe en la cara de Beth le borró el gesto de sorpresa que le había provocado la situación, la hizo retroceder y la devolvió a la realidad de que ella tenía sus propios problemas. El siguiente golpe que vio venir iba derecho a su corazón con algo afilado y puntiagudo. Con un gruñido, logró desviarlo con el antebrazo y noto que la hoja rasgaba por lo menos su chaqueta de cuero, luego un fuerte puñetazo la hizo doblarse en dos con un gemido.

Tomando aire se incorporó con los dientes apretados sintiendo el fuego que ardía en sus entrañas y que no tenía nada que ver con el golpe recibido y con un rugido se lanzó contra su oponente.

Impactaron los dos y cayeron al suelo en un revoltijo de brazos y piernas. El Daimon se revolvía, era rápido y fuerte, pero ella consiguió colocarse a horcajadas sobre su pecho. Sentía su brazo armado presa de la tenaza del agarre de su enemigo, el sueño de toda gótica: un joven hermoso, pálido, romántico y letal. Beth le atizó en la cabeza con el puño de la otra mano en un revés con el que se lastimó un poco el codo. Atontado temporalmente la criatura aflojó el agarre y entonces, con un grito, aprovechó ella para clavarle el puñal hasta la empuñadura.

El cuerpo del Daimon desapareció bajo del suyo que quedó de rodillas en el suelo.

Tomándose un segundo para respirar, Beth se acordó de que esto no había terminado. Buscó rápidamente a su alrededor esperando no encontrar un hombre muerto y sin alma sobre la sucia acera.

Todavía estaba peleando con el Daimon que quedaba…

Estrechó los ojos estudiándolo. Era imposible, o al menos bastante improbable que ese hombre fuera rival para ese oponente. Pero ahí estaban. Peleaba de una manera muy eficaz con pocos movimientos y tan precisos que muchos impactaban en el cuerpo del otro, aunque no hacían el efecto que hubieran conseguido en un humano. Los golpes del Daimon le alcanzaban, pero parecía tener alguna especie de sexto sentido que preveía de donde iban a venir y lograba esquivarlos un poco, en cierta manera perdían algo de fuerza cuando impactaban contra su cuerpo, aunque siempre lo hacían retroceder. De repente el Daimon tomo distancia y echo el puño hacia atrás…una décima de segundo fue todo lo que le llevó. Beth lo vio venir, se desapareció de donde estaba y se apareció junto a él una décima de segundo demasiado tarde. El daimon había lanzado su puño, impactó en el cuerpo del hombre que voló literalmente por el callejón hasta chocar contra la pared alejada y aterrizar en el suelo, entre las sombras, con un golpe sordo y un gemido de haber perdido el aire.

Beth hizo un giro salvaje con el cuchillo en la mano, agarrado con la punta hacia el codo, lanzando un rugido desde lo profundo de su garganta, mostraba sus colmillos en su grito de guerra y clavó la hoja en el corazón de su oponente. El cuerpo se desintegro en el aire dejándola jadeante y sola en la penumbra.

Se desapareció y reapareció unos metros más allá, donde se perfilaba el cuerpo caído del policía.

El hombre yacía inconsciente o muerto, desmadejadamente sobre su espalda. Se agacho a su lado y acercó dos dedos justo debajo de la mandíbula para comprobar el pulso.

Tocar ese cuello tan bien formado, moreno y con los tendones marcados por la postura forzada de la cabeza le produjo una extraña sensación y se alegró de notar latidos bajo la cálida piel.

Lo zarandeo un poco por el hombro con cuidado, había muchas posibilidades de que tuviera algo roto, pero no reaccionó. Se había llevado un buen golpe en el pecho y probablemente otro aún mayor en la cabeza al impactar contra la pared. El resultado debía haber sido como si le hubiera atropellado un coche por la velocidad y fuerza que llevaba el brazo que lo atacó.

Observándolo así, estuvo considerando que ese era un buen momento para borrarle los últimos minutos de recuerdos… sin embargo, su mano se retiró, reticente, de la piel del hombre y los recuerdos permanecieron donde estaban.

En la soledad de su habitación se preguntaría, en el futuro, por qué no siguió la rutina habitual.

Ahora tenía que llamar a una ambulancia, asegurarse de que llegaba y largarse de allí ya. Que el poli montara él solito el rompecabezas cuando despertara. Lo achacarían todo a unos estudiantes atiborrados de anfetas y las partes más extrañas las atribuirían a un poco de conmoción. Y a ella no la iban a encontrar.

Pensaba en todo esto mientras sacaba el móvil del bolsillo de la cazadora y marcaba el número de emergencias. Era un milagro que este estuviera entero a estas alturas.

-Emergencias, dígame. -La voz fría e impersonal no le llegó como una pregunta.

Describió la situación de manera un tanto atropellada, contestó las preguntas lo mejor que pudo sin dar ningún dato personal y remarcando varias veces la dirección. De todas maneras, pensó echando una ojeada al cuerpo inconsciente, estaba decidida a no irse hasta que hubiera llegado la ambulancia, aunque no había sido consciente de tomar esa decisión. Entre la penumbra podía fácilmente desaparecerse en el último momento y reaparecer en su casa.

Entonces miró al hombre detenidamente. A la escasa luz lo veía perfectamente, sus ojos de Cazadora estaban habituados la oscuridad.

Era fuerte y alto, bien formado. Vestía traje, con la chaqueta abierta seguro que para tener fácil acceso a la pistolera que se llevaba debajo. En alguna parte del callejón estaría su arma. Se hizo la nota mental de buscarla y devolvérsela antes de irse.

Se fijó en su rostro, inclinado hacia un lado, de rasgos marcados, los labios ligeramente separados resultaban una provocación. Moreno, con el pelo ahora revuelto.

Sus ojos volvieron a la boca… Esa boca… era muy atractivo, con un aire hispano o italiano, sintió que se le alteraba la respiración y el pulso...

¿Hacía demasiado tiempo que no estaba con un hombre o es que éste le estaba tocando alguna fibra que creía muerta?  Apartó rápidamente la mirada, ruborizada y acelerada, al ver que el hombre empezaba a moverse con un quejido ronco y suave que pareció excitarla todavía más.

Al abrir los ojos y verla, Beth supo que había perdido su oportunidad de irse y también supo que no la hubiera aprovechado, aunque hubiera podido. El hombre se incorporó sobre un codo y luego se arrastró un poco por el suelo, con un gemido profundo, hasta quedar con la espalda apoyada en la pared. Cerro los ojos con la respiración agitada.

-Ten cuidado, puedes tener algo roto. ¿Cómo te encuentras?

Una rendija se abrió entre las espesas pestañas mostrando unos iris oscuros. Tomó aire y lo soltó entrecortadamente con un gesto de dolor.

-Como si me hubieran atropellado- dijo llevándose una mano al pecho. -Miro a su alrededor cuando el dolor pareció remitir un poco.

-¿Dónde están?- su voz era un susurro grave.

Beth dudo un momento la respuesta, pensando y entonces se dio cuenta de que oía las sirenas de la ambulancia, ¿Cuánto tiempo hacía que las oía?

-Se fueron.

-¿Se fueron? – Esos ojos intensos se clavaron en ella con desconfianza, sin rastro ya de desorientación.

-Sí, salieron corriendo en cuanto se empezaron a oír las sirenas. – Se encogió interiormente, era una mentira malísima. Él parecía escéptico y Beth no le culpaba.

-¿Quieres contarme exactamente lo que paso?. -Aunque la pregunta estaba hecha de manera educada y parecía que ella podía elegir si contarlo o no, el tono indicaba muy claro que era una orden.

Beth desvió la vista de sus ojos y buscó inspiración entre las sombras del callejón.  Estas seguían silenciosas a sus ruegos de i nspiración.

-Yo…volvía de dar una vuelta con unas amigas…- dio un respingo, sobresaltada cuando noto el contacto de unos dedos. La había cogido por la mandíbula y la miraba fijamente. Su corazón hubiera saltado un latido si eso hubiera sido posible. ¡Oh Dios, ¿y ahora…?

-Tienes sangre en la mejilla. - ¿En su cara y en su voz se notaba cierta preocupación?

-¡No!, no me han hecho nada, solo un arañazo, no me duele y…-se acordó del desgarrón de su cazadora- puede que un enganchón o algo. -Se iba a incorporar intentando poner distancia entre él y sus propias mentiras, pero el hombre la sujetó por el brazo como intuyendo sus movimientos.

- Soy policía. -Beth miró la mano como si fuera una serpiente, aunque era una mano fuerte, morena de largos dedos, bastante bonita.

Intentaba no tocar mucho a le gente porque cuando lo hacía se abría lo que ella llamaba “un canal” en su dirección y todas las sensaciones, los sentimientos, del otro le llegaban si no tomaba precauciones. No las sentía como propias, era más bien el saber lo que el otro estaba pasando. Con el tiempo había aprendido a controlarlo y “abrirlo” sólo cuando le interesaba, pero cuando estaba nerviosa, cansada, enfadada o era un contacto inesperado, no le funcionaba el filtro, y se temía que ahora iba a ser una de esas veces.

Él apretó de manera cálida, y el aluvión llegó instantánea e intensamente.

Beth clavó los ojos en los de él, todavía con la mano en su brazo y cubrió con la suya la fuerte masculina.

Supo que el dolor del pecho y el de la cabeza eran tan fuertes que apenas le dejaban respirar. Preocupación, mucha responsabilidad, amor, miedo, ¿soledad?

Luego parpadeo y le liberó la mano, bajando la vista, cohibida por su propia acción y esos ojos que ahora la miraban con cierta sorpresa.

-Elizabeth Lavenza. -murmuró entre dientes, apartándose por fin.

-Elizabeth – el hombre inclino la cabeza un poco buscando su mirada, habló muy suave. – Marco del Castillo. Vamos a ir a la comisaría y va a poner una denuncia contra esos tipos. Yo le ayudaré, puedo dar sus descripciones perfectamente. -Se incorporó contra la pared, apretando los párpados en un gesto de dolor, un taco se escapó con la respiración entre sus labios. – En cuanto sea capaz de moverme un poco.

-He llamado a una ambulancia – dijo Beth levantando la cabeza bruscamente. Las sirenas ya se oían encima. Tenía que irse ya… tendría que haberse ido ya.

-¡¿Qué?! No… -dejó caer la cabeza contra la pared suavemente, tomó aire y Beth vio la determinación en su mirada mientras se incorporaba con esfuerzo apoyándose en la rodilla.

-Mi pistola…-empezó a mirar por el suelo cerca de sus pies.

-Esta allí. – Indico Beth corriendo a por el arma que distinguía perfectamente entre las sombras. Se la tendió por la culata en el momento en el que el callejón se llenaba de parpadeantes luces amarillas, cuando la ambulancia paraba enfrente y bajaron dos sanitarios uniformados.

- ¡Soy policía! - Avanzó hacia ellos guardando la pistola en el costado y sacando una placa en un rápido movimiento. El primer paso pareció que iba a perder el equilibrio, pero enseguida se recuperó, se cuadro de hombros y continuó con determinación haciendo visera con la mano frente a las luces parpadeantes.

-¿Mark? ¡Hola!

-¿Mike? – No lo pronunció como si fuera inglés, lo, pronunció como si fuera un nombre español. Los dos hombres se estrecharon las manos y el policía levanto el antebrazo y se giró un poco para evitar que el otro le palmeara la espalda. La expresión del paramédico cambió inmediatamente al notar el gesto.

-Tenemos un aviso de una persona inconsciente.

Beth llegó junto a los dos hombres y lo vio sonreír un poco, parecía avergonzado.

-Me temo que era yo- dijo tocándose la parte de atrás de la cabeza. -Me llevé un porrazo, ya estoy bien.

-Bueno… eso lo veremos, no lo pareces. Ven por aquí que te eche un vistazo. ¿Y usted, señora? Giró hacia ella unos ojos que parecían dos glaciares.

-¡Yo estoy bien!- Contestó rápidamente levantando las manos.

-Ella es la victima – sonó un poco indignado y Beth se dio cuenta de que quería evitar su propio examen, pero no tenía ni fuerzas ni ganas de discutir así que siguió al tal Mike que le hizo sentarse entre las puertas abiertas del furgón, donde la luz del interior lo inundaba todo.

El otro paramédico se acercó a ella enseguida y empezó a examinarla.

-Solo ha sido la ropa…  La sentaron también en el portón mientras el compañero de Mike se aseguraba de que ella estaba bien.

Mike examinaba los ojos del policía con una pequeña linterna, la cabeza por detrás, le tocó ligeramente las costillas -sigue el dedo-. Beth era consciente de que cada movimiento le producía un apretón de la mandíbula y una queda exhalación y ante la última orden inclinó un poco la cabeza entre los hombros y murmuro: -déjame en paz…

El paramédico se incorporó con un sonoro suspiro. - Marco, sería más fácil si me dices qué te duele en lugar de tener que adivinarlo por tus gestos. Beth tuvo que reconocerle eso, sin apartar los ojos de la pareja de hombres y sin notar las manos que le subían la manga en busca de daños.

-Me duele la cabeza, - se rindió al final –. Por lo visto estuve inconsciente algún tiempo.

El paramédico se volvió hacia ella, que dio un respingo. El tal Mike era un hombre fuerte con el pelo rubio muy corto, rasgos escandinavos y ojos tan claros que parecían de acero. Muy vikingo.

-Eh… -calculó cuanto duro su pelea. – Quizá unos minutos.

-Te va a salir un buen chichón y te va a doler la cabeza por el golpe, ahora parece que estás bien, aun así, te vamos a llevar al hospital.

- Eso ni hablar.

Esa era la respuesta que Mike parecía esperar ya que hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

-Intenta no pasar estar noche solo, que alguien te vigile un poco por si te encuentras mal, vuelves a perder el conocimiento o te sientes mareado o indispuesto.

-Vale…- contesto Marco mecánicamente y le lanzó a Beth una mirada fugaz que la hizo morderse el labio.

-Hazme caso en esto Marc. -Mike estaba muy serio

-Vale- le dijo esta vez mirándolo a los ojos.

-Y llama a tu hermana, prefiero que lo sepa por ti que por mí. ¿Qué más? Al tocarte aquí… -le apretó las costillas y a Marco se le escapó un gemido junto con el respingo- parece que también hay un gruñido.

- Sí -apenas le salió la voz. Mike ya estaba desabrochándole la camisa y Beth se inclinó hacia delante. Piel morena sobre unos músculos bien formados. Se perdió en la curva de ese cuello, que le atraía de manera incontrolada, hasta la clavícula.

El policía aguanto el examen sudando un poco, con los dientes apretados.

-Parece que te han pegado bien…

-Tendrías que ver al otro…-jadeó estirando la comisura del labio hacía arriba.

-No, no me gustaría, si ha podido hacerte esto a ti, sé cómo te las gastas en una pelea.

Marco se echó hacia atrás un poco para retirarse de las manos insidiosas de Mike, una ligera risa escapando de su garganta mientras se abotonaba.

-Era un canijo, un niñato, seguro que cargado de anfetas, y por lo que sé, se largaron de rositas.

-No pareces tener nada roto de puro milagro. Una radiografía, que por supuesto, no te vas a hacer, vendría muy bien para asegurarnos de que no hay fisuras. Mañana vas a tener un montón de hematomas.

-Ya…procuraré no ir a la piscina.

Mike acercó una pequeña caja, estuvo urgando en ella y saco una jeringuilla desechable y una aguja.

-Levántate la manga, esto es un analgésico bastante potente para que puedas dormir esta noche. Mañana echa mano de lo que tengas por casa, ibuprofeno, paracetamol y, sobre todo, tómatelo con calma. Si puedes, no vayas a trabajar. Hoy vete a casa en taxi, pídele a Patri que te recoja o que te lleve ella -indicó con la cabeza a Beth, luego fijo la vista en su compañero.

-Parece que todo está bien. Se trata de un corte en la ropa que no ha llegado al brazo, y el corte de la mejilla es un pequeño arañazo que ya le he curado –Cierto - pensó Beth. Mientras ella estaba pendiente de la  conversación entre los dos hombres, el otro paramédico se había dedicado a ponerle yodo y una pequeña tirita en la cara; le había subido la manga y había descubierto un raspón que curó de la misma manera.. Mientras ella observaba

-Yo soy Mike. -Alzó la mano hacia ella. Marc ya se había puesto en pie y tomó la mano que el otro tenía en el aire.

-Gracias por todo, Mike.

El vikingo soltó una carcajada echando la cabeza hacia atrás ante la rápida reacción del poli -No hay de qué. -dijo entre risas- ¡Y llama a tu hermana! – le grito cuando comenzó a alejarse.

Beth se colocó a su lado mientras caminaban por la acera entre los haces de luz de las farolas.

-Ahora iremos a la comisaría donde cursaremos la denuncia. Yo le ayudaré con las descripciones y veré si puedo acelerar el papeleo…

-Marc -lo interrumpió ella - ¿puedo llamarte Marc.? Y ¿podemos tutearnos? -no esperó respuesta. - No voy a ir a la comisaría está noche, no podría contar lo ocurrido -intentó parecer un poco afectada pero no era buena fingiendo, ni mintiendo, así que mantuvo la mirada en el suelo.

Marc se había detenido de golpe y la sujetó por el codo, buscando sus ojos.

-Lo entiendo, pero cuanto antes lo hagas más frescos estarán los recuerdos.

-Mañana, te lo prometo. – Él dudó un momento, todavía con los ojos clavados en los de ella y sin soltar su brazo. Luego sacó una tarjeta del bolsillo y se la tendió.

-Toma, llámame cuando vayas, a cualquier hora y procuraré estar allí. No podemos dejar a esos cabrones por las calles. ¿Dónde tienes el coche? - La pausa que siguió a la pregunta fue demasiado larga. -¿Elizabeth?

- No he… venido en coche.

-Te llevo a tu a casa.

-¡Ni hablar! – se le escapó completamente a la defensiva y notó la rápida mirada que le dirigió Marc, entre herida y sorprendida. – Quiero decir que no quiero molestarte más.

Un ligero sonido metálico sonó a su derecha, la apertura automática de las cerraduras de un coche.

Marc se dejó caer pesadamente en el capó de un coche familiar de color oscuro. Llevaba la camisa abierta hasta el tercer botón, no había tenido paciencia para abotonarse ninguno más. Parecía muy cansado y un poco somñoliento por la droga que le habían suministrado.

Beth se enfrentó a él mirándolo con la cabeza inclinada hacía un lado.

- Solo es molestia si me haces discutir contigo una hora. ¿Dónde vives, Elizabeth?

-Vivo lejos, en la urbanización Los rosales, sur. -captó un leve alzarse de una ceja en la expresión de Mark. Todo lo demás permaneció igual.

-Bueno, pues da la casi totalmente improbable casualidad de que me pilla de camino. Sube al coche, necesito meterme en la cama ya.

-Ok -Beth abrió la puerta, se deslizó en el confortable asiento del copiloto e intentó quitarse de la cabeza la idea de ese hombre metiéndose en una cama. Casi le da un tonto ataque de risa floja.

Antes de entrar en el coche, Marc hizo una llamada con el móvil. -Patri. – se había separado un poco del coche hablaba por el móvil, se paseaba por delante del coche con la cabeza inclinada y se paso la mano por el pelo.

-Privacidad…Beth - Para no meterse en la conversación intentó distraerse mirando el perfil del hombre, pero eso no ayudaba, iba a dar mucha pena no poder volver a verlo. Además de parecerle muy atractivo y tener un buen cuerpo también tenía alrededor un aurea que la atraía. Empezó cuando le sujetó el brazo y el canal se abrió de repente y la estaba sintiendo ahora mismo mientras se fijaba en su rostro, en la mano que sujetaba el móvil, morena y fuerte, en la piel que se podía ver por encima del cuello abierto de la camisa. Subió la mirada hasta su rostro y encontró eso ojos profundos y castaños fijos en ella, pero solo duró un segundo. Rodeando el coche el policía acabó con la llamada y ocupó el asiento del conductor.

-No deberías conducir, creo que sería más sensato que te lleve yo a tu casa.

-Bueno, pues no va a ocurrir- Con de una mueca de dolor, echó un brazo por detrás del asiento del copiloto para dar marcha atrás, lo que provocó un pequeño vuelco en el corazón de Beth -Ponte el cinturón-le ordenó mirándola un segundo, y se incorporaron al tráfico.

Beth sintió la boca seca. No sabía a que venía esa especie de atracción tan absoluta y, sobre todo, tan repentina.

Respiró hondo, miró al frente, e hizo lo que mejor sabía hacer: ser una chica del siglo XIX durante todo el trayecto.

No hay nada como explorar: Shibori y Himmeli


Siempre he dibujado con lápices de colores, me parecen muy manejables y, más o menos, aunque seas principiante tienes el control de lo que estas haciendo.

Pero cuando el lado explorador toma el control, en lugar de organizar un viaje a Japón (que alguna vez tendré que ir), me pide que investigue nuevas técnicas.

Así empece a practicar con las acuarelas y sus formas mágicas y los acrílicos.

Ese mismo lado explorador me llevó querer enterarme de como funcionaba la técnica de teñido Shibori.

La Wikipedia nos dice que el Shibori es una técnica manual japonesa de teñido por reserva que produce patrones en las telas.

 Esta es una imagen de como me quedaron a mi.

Existen un montón de técnicas y siempre puedes explorar y mezclar para ver nuevos efectos.

Os la recomiendo aunque sea para pasar un rato divertido y luego quedan cosas sorprendentes.

Hay miles de tutoriales y vídeos, estos son solo un par de ejemplos:

Shibori, técnica japonesa de teñido de tela del blog Laralá

Como realizar 6 tipos de Batik Shuibori video de Createx

Estoy deseando cogerle un poco el truco a la máquina de coser para hacerme unas bolsas chulas.

Otra cosa que exploré fue como hacer Himmelis.

Los himmelis son adornos colgantes típicos de Suecia y Finlandia y quedan preciosos con una planta de aire.



Ahí los dos que yo hice. Y la bulbosa en su columpio.

Este vídeo, aunque está en ingles es muy gráfico. Se puede sustituir el corta tubos por una segueta:

Himmeli Geometric Decor ♥ DIY de TiffyQuake.

Yo los estoy haciendo también a escala pequeñita y salen unos colgantes y pulseras como estos

Deja tus comentarios si quieres, y cuenta tus experiencias y las cosas chulas DIY que has encontrado por ahí.

Ideas inconexas


Hubo un tiempo en el que un cuaderno (o una hoja de papel), un lápiz  y música  era todo lo que necesitaba para pasar  un buen rato.

Llenaba páginas  de historias que escribía  y reescribia, leía  y releía, vivía  y revivia. Ahora tengo historias que me acompañan durante años, quizás  sean esas mismas, y no las paso a papel ni una vez (mucho menos dos). Ni escribirlas ni leerlas, pero vivirlas sí y revivirlas y revisarlas, siempre.

¿Por que no escribo ya?. Era una buena manera de crear; soy desordenada y con frecuencia tenia que volver a escribir porque a la primera quedaba un poco difusa la idea.
Eran fragmentos de cuentos con personajes que también  han evolucionado porque creo que son los mismos siempre...

Y las historias van aumentando, pero son las mismas.
Hay dos que me rondan:
Una es una story movie de una mujer (una guerrera) que se mete en un viaje para buscar de donde vienen sus pesadillas y miedos. Ese viaje, lleno de aventuras, la hace más fuerte. Al final no necesita encontrar el origen de sus miedos porque ya no le dan miedo. Pero lo encuentra.
La otra es la batalla de un hombre (un guerrero) a traves del tiempo y el espacio para defender a los suyos y encontrar su destino.... muy épico.


Esas dos historias me las "cuento" una y otra vez, como una niña que pide su cuento favorito todas las noches. Pero el mio (los mios) evolucionan, los voy cambiando y a veces se van transformando, van encajando y van haciendo sus vidas paralelas a la mia.
Sin fin, porque no tengo finales para estas historias, todavía.

Primavera Spring Printemps Frühling Vår



Aprovechando el cambio de armario, cambio de estación y hasta cambio de hora, pongo a la venta unos cuantos artículos con un 25% de descuento.

Si ves alguno que te interesa puedes conseguirlo en mi tienda de DaWanda, o si te da pereza darte de alta en DaWanda :) pues puedes escribirme a analogue.es@gmail.com. 

Cada pieza tiene su código aunque si me lo describes también sabré cual es. 

¡Son un número limitado!

Los envios te los puedo hacer:

1- Por correo certificado, se facturan según peso, una o dos piezas no van a ser más de 3,50€ para Península y Baleares; Europa 5,20€; resto del mundo 6,00€. 
Se te facilitará un número de segumiento para que sepas cual es el estado de tu envio y analogue (o sea, yo) se responsabilizará del envío.

2- Por correo ordinario, sería también según peso: una o dos piezas no van a ser más de 1€ para Península y Baleares; Europa 2,25€; 3,10 para el resto del mundo.
No te podría facilitar ningú tipo de seguimiento, por que no existe para correo ordinario y no me puedo responsabilizar de que te llegue, aunque en caso de que hubiera algún problema se puede buscar alguna solución. 



Itaca: en rojos y crema. 
Pulsera realizada en Zamak y cordón, el cierre de calabrote. 
Es para una muñeca media de 15 a 17 cm.

Ref: R01 
Precio: 13€  9,75€






Una variante de la pusera Carnaval, con tubos y bolas, combina el celeste con el turqusa teñido a mano. Cierre de calabrote en Zamak. Para muñeca mediana de 15 a 17 cm.

Ref: R02
Precio: 9,00€  6,75€







Moebius: la representación del infinito en tonos grises. Realizada en Zamak y cordón.
Cierre de calabrote en Zamak. Para muñeca mediana de 15 a 17 cm.

Ref: R03
Precio: 10,00€  7,50€



Carnaval: en verde. Cierre de calabrote en Zama. Para muñeca mediana de 15 a 17 cm.

Ref: R04
Precio: 9,00€  6,75€ 


Cadena: en burdeos. Realizada en Zamak. Cierre de calabrote en Zamak. Para muñeca mediana de 15 a 17 cm.

Ref: R05
Precio: 11,00€  8,25€








Burbujas: en crema y chocolate.
Pulsera realizada en Zamak y cordón, el cierre de calabrote. 
Es para una muñeca media de 15 a 17 cm.

Ref: R06
Precio: 13€  9,75€


Itaca: en celestes y azules.
Pulsera realizada en Zamak y cordón, el cierre de calabrote. 
Es para una muñeca media de 15 a 17 cm.

Ref: R07
Precio: 13€  9,75€


Carnaval: en azul y acero. Cierre de calabrote en Zama. Para muñeca mediana de 15 a 17 cm.

Ref: R08
Precio: 9,00€  6,75€


Cadena: en rosa. Realizada en Zamak. Cierre de calabrote en Zamak. Para muñeca mediana de 15 a 17 cm.

Ref: R09
Precio: 11,00€  8,25€



























 
Carnaval: en naranja y chocolate. Cierre de calabrote en Zamak. Para muñeca mediana de 15 a 17 cm.

Ref: R10
Precio: 9,00€  6,75€ 








 
















La Hermandad de la Daga Negra

 Cuando lees una novela romántica sabes que, en mayor o menor grado, el final feliz está asegurado. Pero cuando lees una novela romántica de vampiros sabes que además puedes contar con el "felices para siempre".

  Así, no importa lo terribles que puedan ser, ni la cantidad de desgracias ni temores que puedan ocurrir, esperas que terminen juntos y por siglos y siglos (¿por que conformarse con una vida de, digamos, 90 años, si podemos vivir cientos y cientos?)

 Eso es lo que pasa con la saga "La Hermandad de la Daga Oscura" de J.R. Ward. 
Aunque las sorpresas para lograr ese "together forever" están aseguradas... no te puedes fiar.



Machos muy machos y mujeres que no son ni tontas ni pavas (bueno, casi todas), lo cual se agradece bastante, en estas historias de aventuras, terror y romance.

¿Que te vas a encontrar por el camino?: un montón de peleas, algo de sexo aquí y allá, muchos tios cachas y amor expontaneo e incondicional.

No esperes un lento comienzo hacia el amor; es rápido, a primera vista y ABSOLUTO.

  Dejame tus comentarios, si has leido la saga o te piensas enganchar (como yo),  quienes son para ti los hermanos y a cula prefieres. Te dejo mi versión particular de uno de ellos ¿sabes cual es?.

Que lo disfrutes ;)




 

de Principes y Manzanas


¿Eres luchadora...
Are you fighting...


...romántica?
...romantic?


Elige la versión de Blancanieves que más te guste, la manzana está en cualquiera de ellas, tentadora y peligrosa como la de Eva... pero imposible no caer en la tentación...de pegarle un mordisco.

Choose yor favorite version and you' ll find a tempting dangerous apple, like Eve's one. It's imposible not to be tempted to hit a bit...



¿Te vas a resistir? 

Are you going to resist?