Prologo

 

Fue por casualidad que esa mañana no hubiera sitio para aparcar cerca de la comisaría.

Fue por casualidad que decidiera comprar la cena en la tiendecita que a Rowena tanto le gustaba, en vez de en la que había junto al trabajo.

Y, desde luego, fue por pura casualidad que se le ocurriera mirar hacia el oscuro callejón donde se encontraba el primer eslabón de una cadena que acabaría con su vida.