Fue por casualidad que esa mañana no hubiera sitio para
aparcar cerca de la comisaría.
Fue por casualidad que decidiera comprar la cena en la
tiendecita que a Rowena tanto le gustaba, en vez de en la que había junto al
trabajo.
Y, desde luego, fue por pura casualidad que se le ocurriera
mirar hacia el oscuro callejón donde se encontraba el primer eslabón de una
cadena que acabaría con su vida.